¿Qué es el insomnio?
La pregunta es retórica; sé demasiado bien la respuesta.
Es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales, es ensayar con
magia inútil una respiración regular, es la carga de un cuerpo que bruscamente
cambia de lado, es apretar los párpados, es un estado parecido a la fiebre y que
ciertamente no es la vigilia, es pronunciar fragmentos de párrafos leídos hace ya
muchos años, es saberse culpable de velar cuando los otros duermen, es querer
hundirse en el sueño y no poder hundirse en el sueño, es el horror de ser y seguir
siendo, es el alba dudosa.
¿Qué es la longevidad?
Es el horror de ser en un cuerpo humano cuyas facultades declinan, es un
insomnio que se mide por décadas y no con agujas de acero, es el peso de mares y
de pirámides, de antiguas bibliotecas y dinastias, de las auroras que vio Adán, es no
ignorar que estoy condenado a mi carne, a mi detestada voz, a mi nombre, a una
rutina de recuerdos, al castellano, que no sé manejar, a la nostalgia del latín, que no
sé, a querer hundirme en la muerte y no poder hundirme en la muerte, a ser y seguir
siendo.

Jorge Luis Borges
La cifra (1981)